Daniel DeMontigny
En este momento de orgullo post norteamericano, después de la euforia de las celebraciones, sería difícil entender lo que sucedió durante el primer Orgullo en Bialystok (Polonia) en julio. Según los informes, cientos de personas fueron confrontadas por miles de contra manifestantes, fanáticos del fútbol, personas mayores y familias incluidas, arrojando verduras podridas, piedras y ladrillos a los manifestantes pro LGBT. Según los informes del New York Times, varias docenas de personas resultaron heridas y otras 77 fueron arrestadas.
En esta era del « despertar » o la vigilia, la propaganda anti-gay de los gobiernos populistas en Europa se asemeja a una guerra ideológica más que moral. Polonia, como muchos países de Europa y América del Norte, está dividida más que nunca entre progresistas y conservadores. El movimiento LGBT progresivo, y su retórica dominante en las redes sociales y en la política, ahora se percibiría como un bloque de ideologías que deben ser contrarrestadas o apropiadas, ya sea para movilizar a los votantes o para mostrar sus valores superiores. » frente al resto del mundo.
La Iglesia Católica todavía tiene un control significativo sobre el pueblo polaco, y el actual gobierno conservador lo está utilizando alegremente para su propaganda de miedo. El reverendo Henryk Grzadko, por ejemplo, dijo en una manifestación hace unos meses que Polonia estaba experimentando una « invasión civilizatoria » cuando hablaba del movimiento LGBT. En 2015, el partido político Ley y Justicia ganó las elecciones nacionales utilizando la misma estrategia contra los migrantes. En vista de las elecciones nacionales de septiembre de 2019, el movimiento LGBT se está utilizando como chivo expiatorio en respuesta a la « agenda LGBT » y su control sobre la política de la Unión Europea, Canadá y Estados Unidos.
Más específicamente, está siguiendo una declaración del alcalde de Varsovia en la primavera de 2019, promoviendo la tolerancia y la introducción de un curso de educación sexual en las escuelas, que sigue las pautas de la Organización. Organización Mundial de la Salud (OMS), que esta campaña de propaganda ha comenzado. Y es en este punto que las cabezas se balancean.
Puede ser fácil demostrar la relación entre religión, conservadurismo y homofobia, pero este no es el caso de China y Rusia, porque, en la práctica, estos son países predominantemente ateos y conservadores. En Rusia, Putin se aferra a esta ideología comunista de que los líderes determinan la agenda moral. En 2013, la Duma rusa aprobó una ley que prohíbe la distribución de propaganda homosexual a menores. De hecho, cualquier evento público, o militancia de cualquier tipo, puede resultar en una multa. El mensaje es que el movimiento LGBT va en contra de los valores tradicionales rusos. En China, también bajo el dominio moral del estado, la homosexualidad ha sido legal desde 1997. Los eventos LGBT son reprimidos, no porque sean homosexuales, sino porque la capacidad de organización es una amenaza para el estado. En ambos casos, la represión de la retórica LGBT sirve al estado para reunir a su población y controlar el discurso político. En contraste, el estado de Israel, en 2010, lanzó una costosa campaña publicitaria para promover Tel Aviv como « un destino internacional de vacaciones gay », según el New York Times. Según los informes, algunos grupos homosexuales acusaron al estado de hacer « encubrimiento rosado » para encubrir los abusos contra los derechos humanos en Palestina y darles una imagen moderna que sea relevante. Y esto contra su propia población judía ortodoxa que está molesta.