el piloto automático

Pierre Salducci

Todo ser humano está dotado de un maravilloso instrumento llamado cerebro, que sirve como una especie de cabina y torre de control para el individuo. El cerebro analiza cantidades increíbles de datos cada segundo, los clasifica, enumera, interpreta y, en respuesta a esta información, toma decisiones, lanza impulsos o provoca reacciones.

El cerebro depende de la experiencia para funcionar. Registra todo. Conoce tus gustos, tus hábitos, tus preferencias, sabe que no te gusta tal color, tal olor, tal sensación, y te avisa cuando surgen. Después de un tiempo, ya ni siquiera necesita consultarte para actuar, sabe de antemano lo que quieres y lo hará por ti. Él programó todo para ti. No hay necesidad de pensar más.

Quieres reducir la velocidad en el auto, tu pie presiona el freno como por arte de magia sin siquiera tener que pedirle nada. Encuentras que hace frío afuera, cerrarás tu abrigo sin siquiera pensarlo, como por reflejo. Tienes sed, tu brazo se extenderá por un vaso, una botella, y beberás, etc. Todo esto se hace automáticamente y parece decidirse sin tu intervención, en menos de un segundo. Es terriblemente conveniente. Esto se llama piloto automático. Y afortunadamente está ahí, sino perderíamos mucho tiempo teniendo que analizar todo en cada momento y teniendo que pensar en cada situación antes de tomar cualquier decisión.

Sí, pero aquí está, el piloto automático también puede ser tu peor enemigo en ciertos aspectos de tu vida, particularmente cuando se trata de manejar tus emociones. La mayoría de las veces, lidiar con tus emociones se remonta a tus años de formación y tus primeras experiencias en la vida. Has aprendido a llorar cuando ves tal escena que te asusta, a gritar cuando experimentas tal sentimiento, a estresarte cuando te encuentras frente a tal situación, etc.

Y todo esto, una vez más, es muy útil. Te protege, te alerta, te advierte. El problema es que todos estos reflejos frente a tus emociones los adquiriste cuando eras muy joven, en un momento de tu vida que ya no es relevante, y si funcionó bien en ese momento-ahí y si te pudo haber ayudado en el pasado, nada dice que estos reflejos aún correspondan a la persona en la que te has convertido como adulto y la forma de vida que tienes décadas después.

Años ya os separan de este período de descubrimiento e iniciación. Es por eso que debes aprender a desconfiar de tu piloto automático. De hecho, a menudo sucede que tus reflejos emocionales ya no se corresponden en absoluto con lo que te has convertido en retrospectiva, cuando llegas a la mayoría de edad. Antes eras inquieto y ahora te has vuelto tranquilo, eras impulsivo y ahora te has vuelto más mesurado. También podría ser que sus necesidades hayan cambiado. Te encantaba gritar y discutir mientras hoy sueñas con la calma y la armonía.

Y sin embargo, tus viejos reflejos emocionales siguen ahí y envenenan tu vida, resurgen constantemente sin que lo pidas o quieras, los arrastras por todas partes como balas de cañón, te encierran en tu pasado y literalmente te mantienen prisionero de un viejo yo que ya no se parece a ti.

El problema también, a veces, es que su piloto automático va demasiado rápido. Ni siquiera has tenido tiempo de escuchar el final de lo que te están diciendo, no has tenido tiempo de entender o pensar en la situación, que ya estás enojado, que ya estás cabreado y que ya has contestado ojo por ojo, así, sin siquiera tomarse el tiempo de hacer una pausa, y ahora te avergüenza tu respuesta, que no te parece lo suficientemente mesurada, que te parece desproporcionada, te da casi vergüenza. Y así sucede tan a menudo…

Su piloto automático actúa como una flecha, a toda velocidad.

Frente a los demás, frente a ti, frente a los acontecimientos y circunstancias de la vida. Esta forma de trabajar ya no te satisface, ya no te parece. Y tienes que aceptar que si te enfrentas a un accidente o desastre, tu piloto automático es un valioso aliado, en muchos otros casos, con gusto prescindirías de él.

¿Te gustaría cambiar? ¿Te gustaría ser más ligero? ¿Enfocar la vida de manera más simple, con menos miedo y ansiedad? Menos agresivo también. ¿Te gustaría tener reacciones más adaptadas a tus sentimientos reales, más acordes con quién eres realmente o con quién quieres aparecer? Nada es más fácil. Para ello lo único que tienes que hacer es reprogramar tu cerebro y sobre todo los viejos reflejos que te molestan, definir qué quieres cambiar, qué te molesta, y preguntarte cómo quieres reaccionar ahora, qué es lo que más te conviene, cómo quieres funcionar y quién realmente quieres ser.

Es totalmente factible. Es más o menos el principio de la neuroplasticidad, es apostar a que nuestro cerebro es un material maleable, donde nada es fijo, nada es definitivo, sobre todo el sufrimiento, los malos hábitos y los malos comportamientos, y en el que siempre puedes trabajar para mejorar y convertirte en un nueva versión de ti mismo.

Hay muchos métodos que te permiten emprender el camino de la renovación y el bienestar psicológico, por ejemplo las psicoterapias, la PNL, EMDR o incluso la meditación y el mindfulness, pero en cualquier caso, el primer paso siempre es estar lúcido, estar mira las cosas a la cara, para tomar conciencia de tu necesidad de cambio, y luego puedes elegir un enfoque que se adapte a tu tipo de personalidad y comprometerte concretamente en un proceso de cambio.

No bastan las buenas palabras, la buena voluntad tampoco, y menos los propósitos de año nuevo, debemos actuar y poner de nuestra parte, a largo plazo. Es un viaje, una evolución, una toma de conciencia.

Algunas personas pueden hacerlo por su cuenta, por ejemplo, siguiendo una guía, un libro o un método adecuado. Y para los demás, basta con consultar a un terapeuta o un entrenador de vida. Pero vale la pena, porque el alivio y la satisfacción experimentados son muy importantes. Salimos como nuevos. Vuelve a la vida.